lunes, 21 de mayo de 2007

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¿Y LOS CHICOS?

Después de tantos días de conflicto docente, quienes más sienten el peso de la decisión de los maestros de resistir y la intransigencia del gobierno de sostener su punto de vista, son los chicos.

El conflicto está llegando aun punto de quiebre natural por múltiples razones que son hasta climatológicas si se quiere, ya que el sostenimiento de la carpa es un sacrificio extra que deben afrontar los trabajadores en huelga.

Por otro lado para el gobierno representa un gran problema político no poder largar su campaña porque precisamente el pueblo que vota está crispado y en esas condiciones no son permeables a las promesas ni a los discursos altisonantes de los candidatos.

Al gremio le gustó en parte la propuesta del gobierno pero no los convenció porque dejó afuera las expectativas que habían depositado en la negociación. Al gobierno, que no quiere seguir cediendo, le significa una nueva muestra de debilidad romper el papel que confeccionó y hacer otro con mayores concesiones, justamente con un gremio que durante 17 años ignoró.

La ADOSAC debe cuidar la unidad de los docentes porque es la única arma con que cuenta para presionar al gobierno y éste, a pesar que le gustaría ver roto el equilibrio gremial, teme que si quedan partidos, aún cuando puedan tranquilizar a un sector, los más radicalizados se podrían decidir por medidas extremas que tal vez unidos no tomarán.

Como se ve (y solo con pocos ejemplos) se llega a la conclusión que el conflicto no beneficia a nadie y por supuesto mucho menos a los alumnos, los padres y tampoco a la cadena económica que se mueve alrededor de un año lectivo normal.

¿Dónde quedan los docentes entonces si el conflicto no se arregla en los próximos días?. Corren el riesgo de comenzar a convertir el apoyo y la incondicionalidad de los padres y de la gente común, primero en reproches y luego en el retiro del apoyo a su causa, ya que no hay duda que de prolongarse la huelga el año escolar estará perdido.

Sin embargo el gobierno no puede (o no debería) especular con esto, porque la gente no por repudiar la actitud intransigente de los maestros respaldaría su posición. Por el contrario, generaría un rechazo mucho mayor y críticas más fuertes desde los sectores civiles, que en todo caso recaerían tanto en uno como en otro sector pero aún con mayor virulencia sobre el estado que es quien debe procurar la continuidad de la educación.

En este marco los docentes podrían llegar a seguir la lucha sin perjudicar más a los alumnos y es asistiendo a dar clases, exclusivamente, sin la realización de ninguna tarea accesoria que no sea lo estrictamente pedagógico, con lo cual cumplirían con la tarea específica del maestro, abandonando por el contrario todas las tareas administrativas inherentes al ejercicio de la docencia, más – obviamente - la continuidad de las manifestaciones, el sostenimiento de la carpa, la realización de asambleas, movilizaciones, escraches y demás acciones que pudieran planificar.

Esta acción desbarataría el único argumento que tienen aquellos que critican la huelga partiendo de la base de que los docentes no piensan en los chicos. Si esto se hiciera así, el apoyo de la comunidad a la causa docente seguramente se triplicaría y es allí cuando el gobierno se vería en la necesidad de hablar en serio.

No existe otro modo de que los alumnos no se vean perjudicados por el desenvolvimiento de este conflicto que al menos amenaza con seguir una semana más, hasta saber si existe posibilidad cierta de que las partes vuelvan a reconsiderar un acuerdo. (OPI Santa Cruz)

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