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Futurología K
LAS PREDICCIONES SOBRE KIRCHNER

El rechazo al reclamo docente, tildar de oposición los pensamientos diferentes, la pelea con
“No caben dudas de la existente crisis Institucional en Santa Cruz. Las políticas económicas desdeñosas de las reales necesidades sociales, han empezado a mostrar las secuelas de un proyecto ficticio de inclusión social basado objetivamente en prebendas clientelitas, subsidios manipuladores y obra pública como estructura recaudadora. ¿Cómo definir a los visionarios de esta “nueva política”?
Buscando nuevos conceptos en la red, aggiornados a las corrientes renovadoras que pregonan los mandatarios de América del Norte y del Sur, encontré un párrafo muy descriptivo de la principal característica de los representantes de las democracias latinoamericanas: el autoritarismo.
Según el Dr. Wayne Dyer, del Departamento de Psicología de St. John's University de Nueva York, la persona autoritaria se caracteriza por su intolerancia a la ambigüedad, necesita que las cosas se definan específicamente y que las cosas se hagan a su manera: “Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar” es una de sus frases favoritas. Exige que siempre se obedezcan sus normas; rechaza la espontaneidad, el espíritu de aventura y de investigación. Tiene un pensamiento dicotómico que obliga a dividirlo todo y a todos en grupos que se excluyen mutuamente: positivo-negativo, amigo-enemigo, puros-corruptos, blanco-negro. No escucha ni valora las opiniones contrarias ni acepta que puede estar equivocado o que puede aprender algo de otros, porque sería admitir su debilidad y falta de confianza. Si un sacerdote le discrepa, es porque tiene problemas con Dios o pactos con el diablo. No confía en nadie, menos en los intelectuales o escritores, a quienes tilda de ignorantes y analfabetas.
Es paranoico, padece manía persecutoria, imagina enemigos y conspiraciones. Sufre de un totalitarismo superpatriótico y se proclama representante de un dios o del espíritu nacional o la encarnación de una de las dos cosas o de ambas. El superpatriotismo puede ser el peligro más grave que se cierne sobre la libertad, porque puede consagrar al posible déspota como la encarnación de la democracia, de un héroe, de los intereses nacionales o de la defensa del país. Menosprecia otras culturas y valora a la gente de acuerdo a sus normas autoritarias y personales. Los que no están de acuerdo con él son automáticamente antipatriotas, enemigos, corruptos o de las cúpulas podridas. Tiende a la depresión.








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