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UN DURO CAMINO

A pesar de los esfuerzos que el gobierno nacional a través del provincial está haciendo a fin de construir las condiciones básicas necesarias para largar una discreta campaña, el conflicto no sale de las calles. Siempre parece faltar un arreglo, un punto, una negociación o hay un sector que al quedar afuera empuja al conflicto a persistir en Alcorta donde siguen alineadas las carpas como mudos testigos de que aún no está dicha la última palabra.

Duro va a ser el camino que tendrá que recorrer el nuevo gobernador para restablecer el vínculo entre la sociedad y el gobierno que se encuentra crispada por las actitudes de los mismo que creyeron poder dirigir a una sociedad que ha cambiado, con la misma vara rectora que lo hacía Kirchner en los ´90.

Es casi seguro que Peralta no logre sacar definitivamente el conflicto de las calles, aún acordando y dando buenas señales como las que alegró a ATE en los últimos días o el llamado conciliatorio que tuvieron los municipios a quienes les aseguraron ayuda; en todo caso habrá una constante y latente tendencia a volver a las protestas ante el menor indicio de engaño por parte del gobierno provincial.

Un cuadro complicado

Los maestros siguen allí punzando en las puertas del Consejo Provincial de Educación y mientras la presidenta elabora un borrador en la mesa con Pedro Muñoz, titular de la ADOSAC, afuera un millar de personas tocan los bombos, le recuerdan que van por más y le piden que ella y Freije se vayan.

Los enrejados no aflojan alrededor de la casa de gobierno ni de la legislatura. El gobierno percibe que mientras la protesta en las calles persista junto a las carpas, no puede darse el lujo de franquearles el paso a los trabajadores para que se metan adentro de los edificios (contradictoriamente) públicos.

Por su parte los trabajadores y los gremios piden la caída de los muros, porque lo toman como una afrenta a su presencia y entienden que su existencia demuestra que el gobierno sigue separado del pueblo y por lo tanto no encuentran renovación, advierten solo un cambio metodológico en lo político pero en la práctica el mismo temor que tenían los anteriores y sacuden la deshilachada idea que los carcome desde que estaba Sancho “ Algo no estará tan bien si no quieren sacar las rejas ”.

Ni hablar de Gendarmería que se sigue paseando pertrechada por las calles de Río Gallegos y ha llegado a instalar una vivienda de campaña en cercanías de El Periódico en cuyo local se refugian las noches de mucho frío transformando todo en una suerte de gran confusión al no poder saber el ciudadano común, si están preservando la seguridad social o los bienes patrimoniales de Rudy Fernando Ulloa Igor, el ex chofer y amigo del presidente.

ATE y los docentes están mas o menos parlamentados, pero por otro lado los municipales mantienen un diálogo de sordo con el Ejecutivo que le dijo que no hay un peso de aumento, a pesar que los acompañó en el paro hasta hace unos días; como ahora la Intendencia “arregló” con la provincia pretende frenar la medida y es por eso que desde anoche los delegados del SOEM queman cubiertas frente a la oficina de “Pirincho” Roquel.

Los judiciales, los autoconvocados de la administración pública, los empleados legislativos, los retirados de la policía y algunos sectores más que se muestran en minoría, siguen a la deriva en sus ambiciones desmedidas de pedir un peso más a su básico desgastado. Todos siguen allí y no se avizora un tiempo definido, un día determinado, una negociación puntual que pueda poner una bisagra en esta historia. Da la impresión que si no es uno será otro y sino todos, los que de alguna manera seguirán en pie de protesta casi con vocación indefinida.

Es decir que en lo sustancial nada ha cambiado. Las carpas siguen frente a casa de gobierno, las marchas producen sacudones a la modorra política que cree haber ordenado los tantos en la provincia y mientras ello sucede el gobierno persigue la meta de la pacificación para allanarle el camino, un duro camino, a la hermana del presidente. (Agencia OPI santa Cruz)