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Crisis en la provincia del Presidente: sigue la tensión tras el recambio de gobierno
Santa Cruz: asumió Peralta con promesas de dialogar
Dijo que negociará con los huelguistas y cambió a un ministro resistido; hubo más protestas
RIO GALLEGOS.– En medio de una fuerte crisis política y con una manifestación de miles de personas que resonaba impiadosa desde afuera, Daniel Peralta asumió ayer la gobernación de Santa Cruz en un acto en el que procuró mostrar que todo estaba en orden.
El hombre promovido por el presidente Néstor Kirchner para ocupar el lugar que dejaba Carlos Sancho tras la represión del martes pasado buscó llevar un mensaje conciliador a los docentes y empleados estatales en huelga. Prometió que la semana próxima su gobierno formulará una propuesta salarial no sólo para los maestros, sino también para los trabajadores del Estado. Y escenificó un gesto clave: designó ministro de Gobierno a Pablo González, un técnico, en lugar de Daniel Varizat, blanco de las mayores críticas en todas las protestas. El resto de los ministros fue ratificado. También Wilfredo Roque, jefe de la policía.
El clima en el salón blanco de
Contrastaba el ambiente futbolero con la fría tarde, afuera: en las calles aledañas había una demostración social sin precedente. La policía y
El discurso del flamante gobernador fue interrumpido 19 veces por alaridos en apoyo a Kirchner. El acto alcanzó su punto más bochornoso cuando un matafuego se cayó y comenzó a despedir espuma blanca. El revuelo fue tal, que la gente intentó salir por una única puerta de doble hoja de acceso, por temer, ante el desconcierto, un incendio.
Alicia Kirchner, hermana del Presidente, que llegó anteanoche para la asunción, miraba confundida. El secretario legal y técnico, Carlos Zannini, otro de los enviados de
"Para todos"
"Son horas difíciles. Tenemos problemas que vamos a solucionar mediante un diálogo sincero, sin chicanas. Queremos gobernar para todos", expresó Peralta en su discurso.
No habló de cifras en relación con la oferta de aumento que prometió, y procuró poner la figura del Presidente en un plano destacado. "No somos débiles ni estamos débiles. Que nadie se confunda: somos parte del modelo del Presidente de
De baja estatura, parado sobre una tarima detrás del atril, Peralta vestía traje, atuendo poco habitual. Está acostumbrado a la campera de cuero, al mejor look sindicalista.
Afirmó que la ciudad está "militarizada" y prometió que "paso por paso" alejará de las calles a las fuerzas de seguridad.
"No hay ni habrá vacío de poder", insistió. Fue levantando más el tono de voz, hasta terminar desafiando: "No nos van a venir a decir a nosotros cómo negociar".
Los militantes, con bombos y cornetas, le dedicaron los cánticos al intendente local, Héctor Roquel: "Pirincho, Pirincho,
La salida de Varizat, decidida sólo ayer por la mañana, buscó aquietar las aguas en la provincia del Presidente. González, su reemplazante, se enteró por teléfono de que debía hacerse cargo de la cartera política, justamente un hombre de escasa militancia y con un fuerte perfil técnico. En el acto en el que juró se lo vio desencajado en medio del tumulto.
"Mi urgencia será que los chicos vuelvan a las aulas sobre la base del diálogo", dijo a
El apoyo de Alicia
Alicia Kirchner pasó por la ceremonia con poco protagonismo. No habló, y al finalizar se escabulló en una Casa de Gobierno por cuyos pasillos circuló tanta gente como en pleno centro porteño en horas pico.
De polera beige y traje gris, pelo suelto y anteojos, la próxima candidata para las elecciones provinciales de octubre recibió el calor de su gente.
El temor en Buenos Aires a la reacción que pudiera provocar la presencia de un Kirchner se palpó todo el día. Sus voceros habituales se negaron a confirmar a los medios si la hermana del Presidente asistiría a la ceremonia. Ni se asomó por los alrededores, ganados por la protesta.
A las 19 en punto, adentro de la sede gubernamental comenzaba la ceremonia. Como cronometrados, afuera, la gente corría para sumarse a la protesta. Alcanzaron 20 minutos para que el acto de asunción de Peralta pasara al recuerdo.
Eligió despedirse con un saludo a los mineros de Río Turbio, ante quienes fue interventor tras la muerte de los 14 trabajadores en 2004. "Desde acá quiero decirles que nunca en la vida, jamás y hasta que me muera voy a olvidarlos", les dedicó, con la voz quebrada.
Su salida no fue fácil. Tampoco, la de Zannini ni la del ministro de Economía, Juan Bontempo. Debieron padecer los abucheos de la gente que logró sortear la seguridad y plantárseles cara a cara.
A los intendentes que habían llegado de otras localidades les fue peor. Los manifestantes los identificaron mientras tomaban café en el bar del hotel Santa Cruz. Se pararon en la puerta con sus bombos y no los dejaron salir. El jefe comunal de Puerto San Julián, Nelson Glaedell, y su gente debieron esconderse en un patio interno. Se comunicó con Roquel varias veces para que le garantizara la salida.
La escena fue sólo una postal de los días de tensión en Santa Cruz.
Por Mariana Verón
Enviada especial









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