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Héctor Barabino
Un análisis de los sucesos ocurrido el sábado con La ciudadana Alicia
El escrache es la válvula de escape de la bronca contenida.
Un emblema de la política de los últimos años, desde la agrupación H.i.j.o.s. contra la dictadura; hasta
También es legítimo y es su derecho, que Alicia pueda caminar las calles de su ciudad sin pedirle permiso a nadie.
Mas allá de su múltiple investidura: Ministro de Acción Social de
Y del hecho de que asumió el cargo hace solo 17 meses y lo abandonó a poco de asumir para retomar la cartera nacional junto a su hermano presidente desoyendo el voto popular y dejando a Santa Cruz sin su representación en el Congreso.
No obstante la sra Alicia tiene el mismo derecho que el resto de los ciudadanos de transitar libremente por las calles de rio gallegos.
De ir y volver, almorzar en un restaurant con su flia o, si es su deseo y puede hacerlo –y el clima acompaña- , compartir un asadito con amigos en Los Canillitas. Nadie la va a cuestionar.
Lo contrario sería adosarle la categoría de ciudadana de segunda. Discriminarla.
Pero lo que no puede ignorar Alicia es que hace dos meses y medio que la comunidad asiste a un conflicto social sin precedentes y que el gobierno –al que ella pertenece- como no sabe como resolverlo, lo incentiva.
Que no hay clases. Que los comercios venden poco porque gran parte de los empleados públicos cobran poco. Que hay una carpa montada frente a casa de gobierno con centenares de docentes en huelga. Que hay militares por donde se lo mire, y mucha angustia e indignación que se palpan en el aire.
Es decir, que una parte de la sociedad está de paro, y la otra acompaña o lo sufre. Y esto no lo puede desconocer la ministro.
Por mas funcionaria nacional que sea, encargada de asuntos importantes a lo largo y ancho del país, tiene que constar en su agenda que en su pago chico se está viviendo la crisis más importante de la que se tenga memoria luego de las huelgas rurales de principios del siglo pasado, y de la revuelta que volteó al gobierno de facto del comodoro Raynelli hace 36 años.
Y eso un funcionario lo tiene que saber, sentir, presentir, darse cuenta, informarse, que se lo cuenten los amigos, alguien que lo anoticie. Pero tiene que estar en conocimiento.
No puede ignorar la ministro que así como ella se siente encerrada en una jaula de puertas abiertas, el resto de los ciudadanos aunque no sufra escraches, tampoco puede transitar libremente por su ciudad porque está rodeada de militares, policías, para policías, militantes del FVS amenazantes, y mantiene vallada su casa de gobierno y la legislatura.
No puede desconocer la funcionaria que sus convecinos están mal, y que necesitan que alguien se haga cargo de la situación que pareciera no tener responsables. O que todo es culpa del que reclama mientras que los que gobiernan se sientan a esperar que las cosas se descompongan por oxidación o desaparezcan por arte de magia.
No puede ignorar la hermana del presidente que en Santa Cruz todo está mal.
Que se ungieron 3 gobernadores en 40 meses, y que durante la mitad de ese período la provincia solo tuvo un gobierno formal. Que Santa Cruz ya lleva mas de dos meses sin clases.
Que por la increíble carencia de gestión provincial las negociaciones se realizan en Capital Federal lo mas cerca posible del despacho presidencial.
Y que por la retrograda censura imperante en la provincia la información y los debates de lo que pasa en Santa Cruz sucede en los medios de Capital Federal.
En conclusión: Que la provincia está perdiendo tiempo y por lo tanto atrasa.
Es obligación de la candidata, estar al tanto de lo que pasa en la provincia que aspira a gobernar dentro de 7 meses.
Por eso,
No puede dejar de advertir que la asunción de Daniel Peralta como gobernador es un mero cambio protocolar hasta tanto no se atienda primero, lo urgente.
Quienes la conocen mas allá de su investidura dicen que la decisión de Alicia de salir del restaurant Rocco el sábado al mediodía “con la frente alta” en conocimiento del grado de exposición al que se sometía, fue la reacción genuina quien que eligió la vocación del servicio social como profesión y como ejercicio de la política. Y esto es irrefutablemente natural, humano.
Pero la sensación que transmitió tras el escrache fue la de quien no tiene la real dimensión de lo que está pasando. Y sobre todo de su grado de responsabilidad, por los cargos que ostenta, por lo que representa, y por el enorme caudal de recursos que tiene en sus manos para aportar a una solución.
Cuando inquiere en conferencia de prensa ¿Qué pasa en mi ciudad? mientras en primera fila asiente con gesto ausente el ex ministro Daniel Varizat junto a Juan Bontempo, dos de los principales artífices de la tensión social que hoy vive la provincia del presidente, y Wilfredo Roque apoya su antebrazo en la silla vacía que dejó Carlos Sancho, es que
Cuando se pregunta a sí misma ¿porqué a mí? Rodeada de personajes salidos de lo mas recalcitrante de la política punteril bonaerense como Marcelo Mallo y Walter Fava, la única verdad la tiene a sus espaldas, muy cerca, le tira de los pelos.
Cuando resuenan los bombos estridentes de “los muchachos Rudyzaninistas” que asolaron el salón blanco de la casa de gobierno con cánticos desafiantes contra enemigos inventados mientras miles de santacruceños en el mismo acto, pero del otro lado del vallado les piden que se vayan, allí está la respuesta que no encuentra Alicia buscando con la mirada perdida en los horizontes de su propia imaginación.
Cuando vea las imágenes captadas por los reporteros a la salida de Rocco, y se desconozca a si misma y confunda lo que allí aparece con lo que ella recuerda porque los editores de “su” realidad le dedicaron un montaje a ella y al Juez Losada Express, eso está pasando; le están boicoteando la realidad.
Por eso La vecina Alicia se sorprende. Porque no sabe. Porque lee El Periódico, mira el Ojo del Amo (Con n), o escucha las delirantes declaraciones de los funcionarios provinciales que cuentan que los que reclaman son 400, lo mismo que le informa
De lo contrario seguramente estaría anoticiada de la suerte de sus conciudadanos, y probablemente sentiría preocupación por los que sufren, por los chicos que no van a la escuela. Por los que no cobran sus sueldos. Por los que pasan frío en la carpa o son corridos por la gendarmería.
Y tal vez Alicia, la funcionaria, candidata, hermana, senadora en suspenso, de haber sabido como realmente son las cosas, habría repudiado la destrucción del auto del gremio de los educadores y los atentados contra su edificio.
Se habría solidarizado con la delegada que le secuestraron el hijo, con las víctimas de las molotov, con los municipales baleados, uno de ellos derivado a Buenos Aires adonde intentarán salvarle el pie destrozado por una perdigonada asesina.
Si







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