domingo, 13 de mayo de 2007

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Infieles y extranjeros


Derrota y marcha atrás, antes en Misiones y ahora en Santa Cruz. Sin embargo, eso no es lo importante.


Pepe Eliaschev


Derrota y marcha atrás, antes en Misiones y ahora en Santa Cruz. Sin embargo, eso no es lo importante. Poco importa la capacidad de absorber castigo de un pugilista, sino la huella de devastación que dejan las piñas. Y el daño que acumula el Gobierno en vísperas de su cuarto aniversario es mayor de lo sospechado en las antesalas del jefe, que viene de una pesadilla en su alambrado terruño.

Santa Cruz se hizo indigerible, pero jamás dirá que se equivocó. En Misiones, el “muerto” de la reelección abortada de Carlos Rovira lo pagaron Felipe Solá y Eduardo Fellner. Como el Presidente recluta soldados y opera como un general, la verticalidad se aplicó, castrense. No abrió la boca para admitir que en aquel disparate misionero crujió ruidosamente un sistema de toma de decisiones basado en discrecionalidad y mando directo de tropa adicta. La Casa Rosada no se sinceró con la sociedad. Purga estilo Kremlin y a otra cosa, así procedió.

El patético Carlos Sancho es ya un ex gobernador, designado y eyectado por el propio Presidente. Entra Daniel Peralta, veterano componedor con sindicatos. Cero explicaciones: cuando el Presidente prometía no negociar bajo presión de huelgas u ocupaciones, vendía mercadería que no estaba en sus góndolas. Peralta viene a hablar con los indignados, a los que el Presidente se cansó de menoscabar y negar. El Presidente paga siempre el desmesurado precio de sus arrebatos y luego retrocede de modo absurdo, cuando todo podría haber salido mejor y más barato si tuviera convicción para el diálogo democrático.

Pero no importa tanto Santa Cruz en sí misma. Lo mayúsculo es el concepto grueso que condiciona y prepara el sendero de lo relevante: cómo y para qué se toman decisiones.

La Argentina es manejada por un conductor convencido de que la voluntad de mandar hace todo posible: gobierna Santa Cruz, antes desde Río Gallegos y ahora desde Buenos Aires, sin diferenciar lo público de lo privado. Como aquel legendario reclamo de Menem sobre la Ferrari Testarrosa (“¡La Ferrari es mía!”), se reproduce en estos tiempos la idea de que Estado, Gobierno y patrimonio personal son lo mismo.

Un sesgo imperial caracteriza al actual poder nacional, como si la arquitectura republicana de la Constitución fuese, en último análisis, mero divertimento de señoritos intelectualizados, reiteración exacta de una manera de mandar que no cambia hace décadas.

Para limpiarlo sin ceremonias al pobre Sancho, la Casa Rosada sacó a Peralta como “interventor” en Río Turbio. Ahora debió irse de YCRT, suspender su licencia y reasumir como legislador. Con eso no alcanzaba: la Casa Rosada las renunció a las vicepresidentas 1ª y 2ª del cuerpo. ¿Resultado? Acefalía de la Legislatura. Resultado: Peralta designado vicepresidente 1º y elegido “gobernador”. Motivo importante del despido del ex gobernador Sergio Acevedo fue haber nombrado vice 1º de la Legislatura a su amigo Carlos Marciano. La Rosada no lo aprobó.

El único gobernador que terminó sus mandatos en Santa Cruz desde hace 16 años es el Presidente. Antes de él, Arturo Puricelli gobernó de 1983 a 1987. Fue reclutado como “interventor” en Fabricaciones Militares en septiembre de 2006.

En 1990, un juicio político se llevó puesto al peronista Ricardo del Val, que gobernaba desde 1987. En 2003, con Kirchner presidente, Acevedo es elegido gobernador en las elecciones del 14 de septiembre de 2003 con el 71 por ciento de los más de 86.000 votos positivos. Fue echado en marzo de 2006.

En Santa Cruz, Kirchner acaba de proceder como Perón hace 33 años, cuando echó a Cámpora, quien tuvo que irse 49 días después de asumir. Tamaño vaciamiento activaba cláusulas sucesorias desfavorables para Perón. Así, hizo renunciar al vice Solano Lima y al presidente provisional del Senado para consagrar presidente al yerno de José López Rega, Raúl Lastiri, colocado al frente de la Cámara de Diputados. El Congreso refrendó las “renuncias”, destitución equivalente a grosero golpe institucional. Lastiri fungió de “presidente” hasta el 12 de octubre de 1973, cuando Perón y su esposa asumieron.

Ahora, el alter ego presidencial Carlos Kunkel (diputado que no presentó jamás un solo proyecto de ley y suele estar ausente en las votaciones) blanqueó todo y dijo por radio que “nosotros (…) estamos gobernando siguiendo los lineamientos básicos del programa de gobierno peronista (…) sintetizado en el verano de 1973”.

En este episodio, el Presidente descalificó a los manifestantes que marcharon a su casa en Río Gallegos contra la decisión nacional de dictar conciliación obligatoria en el conflicto docente. “Son una banda de patoteros que se creen que colocando (sic) miedo van a poder acomodar las cosas”, palabras presidenciales vertidas mientras cerraba un acto, junto a la senadora Cristina Fernández y al intendente de Lanús, Manuel Quindimil.

Indignado, el Presidente creía que “esos patoteros” habían protestado ante el domicilio de su madre, María Juana Ostoic Dragnic. “La pobre vieja, que estaba sola allá, llamándome por teléfono, preguntándome ‘qué hago, Néstor’. No había ni un perro, ni un perrito, cuidando de mi mamá”, contó.

Como luego se supo que tal manifestación nunca existió, se quejó de la “ingratitud de algunos que reclaman ante la opinión pública (…). Esos son los que hablan de la justicia y los derechos sociales. Se quieren aprovechar porque soy el Presidente de la República. Me quieren extorsionar”. Palabras presidenciales para memorizar: “No importa, yo pongo la otra mejilla y perdono con la caridad cristiana”.

“Caridad cristiana”: ¿qué opinarán miembros prominentes del Gobierno o colaboradores estrechos, como Daniel Filmus, Héctor Timerman, José Nun y Horacio Verbitsky, todos ellos judíos?

Más grave aún, el Presidente dice: “Nadie me va a hacer callar lo que siento, son de una cobardía que dan pena tremenda; ésa es la ingratitud. Muchos de ellos recién llegados a mi provincia, que les abre las puertas con un corazón muy grande, no saben todo lo que luchamos para hacer esa provincia”.

Mismo razonamiento discriminatorio que exhibe Kunkel, atacando enemigos por su origen nacional. Le preguntaron por Daniel Scioli y replicó: “Trabaja mucho, seguramente será un buen gobernador de la provincia de Buenos Aires. Si no, la otra alternativa, votar a este muchacho colombiano que se está presentando con el apoyo de los Duhalde. Yo voy a ir de candidato a alcalde de Bogotá, para que haya alguna simetría, ¿no?”. Aludía a Francisco de Narváez.

Argentinos y cristianos. Dice el Presidente: “Abracémonos a la Bandera argentina, abracémonos con pasión a la Patria, defendamos esta tierra, abracemos fuertemente con nuestra fe cristiana la posibilidad de construir un país distinto. Fuerza, convicciones, dignidad, rumbo, principios, la Patria, la Bandera, la Escarapela, la Argentina, todos juntos por este país que nos merecemos”.


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