miércoles, 9 de mayo de 2007

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La vida desde la aritmética
Jorge Fontevecchia


Se podría decir que el MIT, Massachusetts Intitute of Technology, es la capital mundial de la matemática. Tiene la mayor cantidad de premios Nobel por metro cuadrado del planeta: 51 en total; entre ellos John Nash, el de la película Una mente brillante e inventores célebres como el creador de la Web, Tim Berners-Lee.

Se podría decir que el MIT, Massachusetts Intitute of Technology, es la capital mundial de la matemática. Tiene la mayor cantidad de premios Nobel por metro cuadrado del planeta: 51 en total; entre ellos John Nash, el de la película Una mente brillante e inventores célebres como el creador de la Web, Tim Berners-Lee.

MIT y Harvard, que es la Nº 1 en humanidades, son las dos universidades que convirtieron a Boston en el centro académico más prestigioso: un tercio de los habitantes de esa ciudad son estudiantes, y muchos de ellos son extranjeros.

El viernes y sábado de la semana pasada el MIT organizó un ciclo de conferencias sobre Latinoamérica donde distintos panelistas expusieron su visiones. Abrió la conferencia el presidente del Fondo Monetario Internacional, Rodrigo de Rato, y lo clausuró el presidente del Banco Central de Brasil, Henrique Meirelles (fotos). Disertaron también dos economistas argentinos: Ricardo López Murphy y Federico Sturzenegger, egresado del MIT y actualmente profesor de Harvard.

A mi me tocó hablar de periodismo, pero mi aporte resultó francamente anoréxico ante la catarata de números e ideas sobre la economía mundial que recibí y deseo compartir con el lector.

Optimismo. La tesis que cruzó la mayoría de las ponencias se podría sintetizar en que estamos atravesando el ciclo de mayor crecimiento económico de la historia de la Humanidad. Resulta curioso para un argentino escuchar decir que “cada vez más el capitalismo se consolida como el sistema que termina generando mayor bienestar a la población” y que el coeficiente de Gini, que mide la diferencia entre ricos y pobres, muestra avances significativos en la redistribución de la renta internacional porque centenares de millones de pobres han ascendido a clase media en todo el mundo, especialmente en Asia, donde se concentra 60 por ciento de todos los habitantes del planeta.

En Latinoamérica, esta tendencia se produce menos agresivamente, pero de cualquier forma hay avances notorios, especialmente en Brasil, donde vive la mitad de la población latinoamericana y un 20 por ciento de sus pobres ascendieron a clase media baja en los últimos 6 años.

Otro dato alentador es la reducción de la inflación en todo el mundo, incluso en Latinoamérica, donde a pesar de que en Argentina y Venezuela aumentó, el promedio de toda la región bajó del 12% anual en 2002 a 5% en 2006.

Una de las explicaciones a la actual aceleración del crecimiento se encontraría en la tesis del economista Michael Kremer: Crecimiento de la población y cambio tecnológico: de un millón de años antes de Cristo a 1990. Kremer sostiene que la historia de la humanidad demuestra que, a mayor número de habitantes en el planeta, mayor es el producto bruto per cápita promedio mundial. La causa sería el aumento de productividad que genera la ampliación de la escala: no es lo mismo fabricar un millón de celulares que cien millones, porque el costo fijo se reduce cien veces. Y el agregado que China e India –juntas, 2.500 millones de personas– producen a la población mundial integrada al consumo, al transformar centenas de millones de campesinos a la vida moderna, no sólo aumenta la demanda de commodities sino de productos de todo tipo.

Los Nº 1 del F.M.I. y del banco central de Brasil, y Fontevecchia durante la conferencia en el MIT.

Nixon lo hizo. En 1979, mientras países como Brasil vendían en Estados Unidos una buena parte de sus exportaciones, China exportaba cero a Norteamérica. El año pasado, Brasil exportó 20 mil millones de dólares a Estados Unidos, y China 350 mil millones. ¿Cómo hizo China para pasar de cero a 350 mil? En medio de la Guerra Fría, Richard Nixon realizó un histórico viaje a Pekín para contrarrestar la influencia soviética. Y firmó un tratado comercial otorgando a los productos chinos ventajas arancelarias para ingresar al mercado norteamericano. Ese tratado revolucionó el comercio mundial y demostró la efectividad de la diplomacia económica. Un contrato hizo más por el fin del comunismo que los billones de dólares invertidos por Ronald Regan en armamento nuclear.

Rolando Rivas taxista. Mi regreso a la Argentina estuvo marcado por una anécdota que resultó una parábola perfecta para los dos días de MIT. El vuelo a Buenos Aires salía desde Nueva York, y a continuación reproduzco el diálogo con el taxista que me llevó al aeropuerto.

Al JFK.

¿Qué compañía?

Aerolíneas Argentinas, Terminal 4.

¿Usted es argentino?

Sí.

Mi padre vivió en Santa Fe en 1930, era griego como yo. Luego se volvió a Atenas y siempre recordaba a su país.

¿Después se vino a Estados Unidos con usted?

No, yo vine solo a los 20 años. Mi padre se quería volver a la Argentina, pero no pudo. Nos decía que su país era más rico que Estados Unidos. Imagínese, en Buenos Aires comenzó su fortuna Onassis. Todos los griegos soñábamos con ir a la Argentina...

Pasados unos minutos, el taxista prende la radio y me dice:

Esta es música griega, en Nueva York tenemos varias radios griegas.

Lo sé, yo viví aquí en 1983 y ya había un millón de griegos en Nueva York. ¿Cuantos más hay hoy?

No, hay muchos menos. Antes, la moneda griega era el dracma, que se devaluaba pero desde que tenemos el euro la vida cambió mucho: ¡vale más caro que el dólar! Ahora los griegos de Nueva York se vuelven a Grecia. ¿Y cuándo la Argentina volverá a ser la de Onassis?

Y... depende de que China e India crezcan.

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