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Permanentemente el gobierno ha debido ceder a pesar de las brabuconadas que, atendiendo al resultado positivo que le había dado hasta no hace mucho el procedimiento que hoy ya no conmueven a nadie, pensó que conservaba. El presidente dijo “ a mí nadie me extorsiona ” y sus oráculos provinciales rápidamente con Varizat a la cabeza salieron reafirmar que ellos no negociarían bajo presión.
“ Si no levantan el paro no hay diálogo ”. Esta contundente y vacía frase fue repetida automáticamente por Daniel Varizat, Judith Fortsman, Silvia Esteban, Juan Bontempo y podemos seguir la lista.
Mucho antes de que se produjera la huelga que transcurre por su segundo mes, todos estos mismos funcionarios repitieron como un lorito “ No nos podemos mover del presupuesto, por lo tanto es impensable hablar de aumentos de salarios básicos ” y hasta
¿Qué pasó doctor?
Sin embargo nada le funcionó al gobierno de Kirchner, la carpa se sostuvo, los gremios no se dividieron, el apoyo popular se afianzó, la vieja receta de la presión con los descuentos no dio resultado, la pérdida del presentismo fue ignorada, el miedo a los “muchachos” fue sustituido por un aceitado mecanismo de defensa y además se descubrió que las fieras tortugas ninjas ni siquiera asustan a los manifestantes porque no basta solo con su presencia, hay que moverla y exponerse a lo que venga; y entonces de pronto desde el gobierno se dieron cuenta que ningún elemento de aquellos que antes volteaba paros o abortaba conflictos inminentes funcionaba y por una vez: pensaron.
Pero, claro, pensar tarde es ceder, ir detrás de los acontecimientos, desandar caminos y en política todo eso tiene un costo muy grande. Se desnudan las debilidades, se descubren los discursos vacuos, sin contenidos; se destapan las mentiras corporativas y en general para el político representa perder los espacios magistrales que tanto le costó edificar en base al engaño y la manipulación.
Cuando el gobierno se puso a pensar y debió desinflar el globo de las vanidades, tuvo que llamar a los docentes a una mesa, aguantando que en la cara le digan que las medidas de fuerza no solo seguían síno que se profundizaban, como sucede hoy con cinco días de paro en la semana; debieron hablar de salario básico y de hecho generar propuestas superadoras y a pesar de que no han llegado a un acuerdo, todo demuestra que aquella rigidez del discurso falaz era una postura y no una convicción; No han podido desplegar sus fuerzas de choque por miedo a una respuesta popular avasallante que nadie sabe dónde puede terminar y tampoco han utilizado la fuerza pública para desalojar a los manifestantes porque alguien (con un dedo más de frente que la media en el gobierno actual) entiende que un desborde, un palo mal pegado, un ataque cardíaco de un manifestante en una refriega o un Las Heras 2, pondría al propio presidente Kirchner en una situación políticamente indescriptible para sus chances reeleccionarias a nivel nacional.
¿Por qué se ha llegado a esto?, sencillamente por la subestimación que ha hecho el presidente de la capacidad de reacción de la gente. Porque el presidente prefiere desconocer la realidad y está contento escuchando el discurso de Bontempo que ve 400 personas donde hay 10 mil, o cree que basta con gastar plata en spots publicitarios que denigran a la gente para convencerlos de que todos son idiotas y los vivos están en el poder; porque ha comprado un diario viejo para enterarse de lo que le pasa a una sociedad nueva que ha mutado hacia otro concepto de lo que es la política; porque no ha querido escuchar ni le ha importado, sencillamente, gobernar en serio la provincia.
Ahora el gobierno está en desventaja. Es cierto que los gremios están cansados, pero esta pelea tiene mucho más réditos para la lucha gremial y de la gente que para el sector del poder. De hecho en este marco el gobierno nacional ni puede soñar en largar su candidato al ruedo proselitista, sin correr el riesgo de que cada acto se transforme en un escrache y cada postulante en una víctima.
Tampoco puede accionar violentamente contra una sociedad sumamente sensibilizada. Si el estado provincial acciona su aparato represor, que aún cuando luego quieran circunscribir la responsabilidad a dos o tres cabezas locales que ya a nadie les importa (como Varizat, Sancho, Roque u Ocampo) todos saben que la “manu militari” se imparte y gobierna desde Buenos Aires, por lo tanto las consecuencias directas van a caer sobre el propio presidente.
Siempre tarde
¿Qué puede pasar, entonces?. A simple vista uno diría que la única salida al conflicto es un buen arreglo con los docentes, pero igualmente si el gobierno no acuerda con los demás gremios no sacará el conflicto de las calles. Si el presidente logra destrabar la huelga docente habrá ganado una batalla pero no la guerra. Por lo pronto siguen atrás de los acontecimientos y la pregunta es: Si finalmente terminaron cediendo en todo y hoy están hablando de aumentos al básico ¿Por qué no lo resolvieron antes que el desgaste destruyera todo el andamiaje (precario) político local?.








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