miércoles, 6 de junio de 2007

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“Unos hacen historia, otros shows”: Zuleta Álvarez sobre Pigna y otros (sin mencionarlos)

Enrique Julio Zuleta Álvarez es un lúcido docente universitario, investigador de la Historia Argentina, y tal como acostumbra afirmar Carlos Pagni, con humor, "el más serio de los Zuleta" (por sus hijos, el sociólogo Enrique Zuleta Puceiro y el periodista Ignacio Zuleta), aunque seguramente el comentario no incluye a Emilia Zuleta de Puceiro, la esposa de Zuleta Álvarez y miembro de número de la Real Academia Española. Aqui una entrevista de Carlos La Rosa a Zuleta Álvarez, quien afirmó: "Entre ver Gran Hermano en la televisión o leer un mal libro de historia, no hay diferencias. Es igual de malo” . Pregunta: ¿Qué será de la vida de Felipe Pigna el día que se termine la billetera de Víctor Santa María? ¿Le dará trabajo Mario Pergolini?

POR CARLOS SALVADOR LA ROSA

MENDOZA (Los Andes). El profesor Zuleta Álvarez, residente en Buenos Aires, visitó Mendoza para dar una charla sobre la historiografía argentina en la Junta de Estudios Históricos. Aprovechamos la ocasión para conversar con él acerca de la moda de los best-sellers históricos, fenómeno al que criticó duramente.

-¿Cómo caracteriza el momento actual de la historiografía argentina?

-Yo creo que la historiografía argentina ha dejado de lado antiguas rencillas por causas que han sido superadas por el tiempo y por los propios estudios. Hay una armonía y una normalización de la vida historiográfica. Se producen libros de gran calidad, con mucha seriedad. Los especialistas no debaten ya por cosas de política contemporánea, sino por causas profundas vinculadas con la propia índole de la investigación. La historiografía argentina se ha despojado de lo que podríamos llamar el atuendo de la lucha ideológica.

-Pero, a juzgar por los best-sellers históricos ese atuendo ideológico sigue gozando de muy buena salud.

-Lo que ocurre es que ese atuendo ha sido tomado por otro tipo de literatura que no es historia pero que desgraciadamente mucha gente toma por libros de historia.

-¿Y entonces qué son?

-Son libros del momento, de ocasión, que se difunden mucho porque sus autores son contratados por editoriales que venden los libros por los anuncios en los medios, particularmente a través de la tevé, y entonces crean la falsa atmósfera de que son libros de historia... pero no son libros de historia.

-Pero hablan de temas históricos.

-Sí, pero responden a instancias políticas o comerciales. Mientras que por otro lado hay un verdadero desarrollo histórico que ya superó todos esos condicionamientos y va tras la verdad.

-Sus autores son más bien vendedores de libros de historia que historiadores?

-Sí, son escritores que publican libros más o menos escandalosos pero que no pasan la prueba de la historia, porque así como aparecen, desaparecen. Si usted echa una mirada diez años atrás encontrará una inmensa cantidad de libros de este tipo que han desaparecido del interés... y aún de las librerías. En cambio los libros buenos se conservan y se reeditan.

-Hay gente que los defiende porque dice que con ellos los chicos al menos leen algo de historia, en vez de limitarse a ver 'Gran Hermano'.

-No, no es esa la opción. La opción es que lean un buen libro de historia porque lo que sacan de 'Gran Hermano' y lo que sacan de esos librejos son cosas igual de insignificantes en cuanto a conclusiones y a una cultura real. Son igual de malos.

-Conocer a veces la vida íntima de los próceres o comparar sus vicisitudes con el presente, ¿no nos acerca a una comprensión más humana de ellos?

-Mire, todo ser humano tiene un aspecto que puede ser grotesco, risible, incluso vulgar o común, igual a todos nosotros, pero eso no es lo importante de las figuras cuando son grandes. Belgrano, San Martin, Guido o el General Paz no son importantes por detalles relativos a sus amores, si tuvieron amantes, hijos naturales, si pagaron sus cuentas o no. Esas cosas se han perdido en el tiempo y no se gana nada con saberlas. En cambio, las grandes conductas ejemplares sí interesan, en particular frente a la actual crisis de valores, donde todo parece valer lo mismo.

-Los que escriben esos best-sellers a veces también vienen de la Academia.

-Por lo general no los escriben los autores, sino grupos de escritores que son contratados por la editorial y luego un personaje de la tevé, que tiene mucho cartel, los firma. Son fenómenos de la vida argentina en lo que ella tiene de caricatura.

-Ellos dicen que reviven las luchas políticas argentinas, como cuando los historiadores se peleaban entre revisionistas y liberales, o derecha e izquierda.

-Pero eso ya pasó. Ya pasó. Esa época fue superada hace muchos años. Eran debates para otros momentos... revolucionarios. Pero en la historiografía eso se acabó para siempre por la lógica evolución científica. Hoy quizá esas luchas se dan en otros terrenos, en el periodismo.

-¿Usted cree que es razonable comparar a Rivadavia con el Consenso de Washington o al Larrea de la Primera Junta con la Junta Militar de 1976?

-Esos son macaneadores. ¿Pero qué se puede hacer? Si un macaneador quiere publicar un libro que lo publique, porque así como nació, ese libro muere, termina en lugares innominados, de eso no queda nada.

Una cosa es la historia y otro es espectáculo, el show business. O hacemos show business o hacemos historia. O hacemos literatura o hacemos escándalo. Hay que ir dejando decantar las cosas. Están siempre los aventureros, los saltimbanquis, pero cada día se va conociendo más la verdad histórica del mejor modo posible. Un historiador no aspira a perdurar por lo brillante que dice o por las piruetas que da. Aspira a perdurar por la solidez de sus libros y por la consideración que merece en otros historiadores y en la gente seria.

-¿Y qué es la verdadera historia?

-Es la que va discurriendo al curso de la evolución historiográfica. Me resulta un poco chocante llamarla seria... yo diría una historia que se apoya en la investigación, en los documentos y en un sincero deseo de establecer la verdad de los hechos.

-Pero ¿es posible discernir una verdad histórica?

-Algunos historiadores han dicho que la verdad de la historia no se puede establecer, que la historia es simplemente el discurso, es decir, lo que se dice que es la historia. Y claro, los discursos cambian según las épocas, según los que escriben, según los momentos del debate conceptual. Entonces, la verdad de la historia es una verdad relativa porque no hay aquí ninguna verdad absoluta. Pero quiero terminar como empecé: el dato nuevo es que hoy en el país hay una normalidad y una seriedad de la obra historiográfica... A veces hay rencillas personales entre un historiador y otro, o entre una corporación y otra, pero no son cosas profundas. Los historiadores dialogan entre sí, se comunican, intercambian libros y opiniones. Hay una vida civilizada entre todos ellos pero con diferentes puntos de vista. Y se escriben libros muy buenos.


Urgente24

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