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“La violencia en manos del pueblo no es violencia sino justicia” - Por: Agustin Maratta
Hace días que los medios de comunicación nos bombardean con repudios a la “terrible agresión” sufrida por Alicia Kirchner en las calles de Río Gallegos, a manos del pueblo. Dos hechos llaman la atención. Primero, que desde todos los sectores del poder, rápidamente salieron a repudiar el hecho; evidentemente hay algo que los une: el miedo, el espanto. Segundo, que es de las propias filas del peronismo desde donde más voces se escucharon.
Esta reacción en las filas del oficialismo es una radiografía de lo que es hoy el movimiento peronista: un movimiento de cobardes, arribistas y caudillos que reniega del pasado que lo ligaba al pueblo trabajador y a su historia. Olvidan los peronistas de hoy, que fue Evita quien compró armas en la década del ´50, para darle a los trabajadores sindicalizados, para defender al gobierno de Perón frente a la oligarquía y al imperialismo. Desconocen la gloriosa lucha del pueblo argentino durante
Hoy salen desaforados, en un coro de moralistas asustados, a repudiar el “terrible acto de violencia” de tirar huevos y harina, contra la representante de un gobierno que durante 17 años cerró cualquier puerta de diálogo a los trabajadores de Santa Cruz. ¿No es eso violencia? Además, es importante aclarar que desde que comenzó la lucha del pueblo santacruceño, se tiraron bombas molotov contra los docentes, se incendió el auto de ADOSAC, se rompieron vidrios de autos de docentes vinculados con la lucha, se amenazó a varios huelguistas y a sus hijos, se militarizó la ciudad, se mintió descaradamente, se provocó hasta el cansancio a los manifestantes, se negó el diálogo una y otra vez, y se agredió trabajadores en más de una ocasión, para terminar con la terrible represión que sufrieron los trabajadores municipales, donde se lanzaron gases y se disparó contra los manifestantes. ¿No es eso violencia? Pero lo que indigna a los representantes de las petroleras, quise decir, del pueblo, es que tiren huevos y harina. Parece un chiste, no lo es.
Pero no es sólo el peronismo el que sale indignado a repudiar el hecho. Macri, Sobisch (¡sí! el mismo que dirige la policía que mató a Fuentealba por pedir un aumento salarial), Lavagna, el radicalismo, la gente del Partido Socialista (que de socialista sólo tiene el nombre), toda la prensa obsecuente al poder. Todos. Todos los poderosos. El pueblo no. Incluso, por acá abajo, se ven sonrisas cómplices, cuando se comenta el hecho. Eso pasa entre la gente que podemos caminar en la calle con la frente en alto. Y no es sólo en Santa Cruz donde las sonrisas se insinúan. No. En las fábricas, los barrios, las villas, las calles. A lo largo y ancho del país. Entre todos los no poderosos. Se siente como una revancha ante tanto atropello. Es como esa picardía de la que no se puede hablar en voz alta pero que da satisfacción. Es la revancha de los de abajo. Revancha y aviso: eso les puede pasar a cualquiera de los de arriba. A cualquiera.
Y por eso salen todos (los de arriba) a decir que los de abajo no pueden ser violentos. Porque tienen miedo. Y hablan de la violencia de los huevos y la harina. No hablan, claro está, de Fuentealba. Ni de Kosteki y Santillán. Ni de Rodriguez. Ni de Verón. Ni de Choque. Ni de los peones santacruceños fusilados por el gobierno radical a principio de siglo. Ni. Hablan de los 30.000. ¿Hablan de los 30.000? Poco se escucha de que los 30.000, son compañeros que lucharon, en la mayoría de los casos utilizando la violencia como método, por una sociedad distinta. Sin pobreza. Sin trabajadores con sueldos por el piso. Sin básicos de 161 pesos. Sin gobiernos que no prioricen la educación. En fin, sin capitalismo. Definitivamente: no se habla de los 30.000 desaparecidos por la última dictadura. Y no hablan porque tienen miedo a que hablemos nosotros.
Ayer, la gente, miento, el Pueblo, se cansó de nuevo. Esta vez en Constitución. Nuevamente la historieta. Todos (los de arriba) en contra de la violencia. Un presidente que sale a preguntar donde estuvo toda esa gente cuando privatizaron. Un presidente que no dice donde estuvo él cuando privatizaron. En Santa Cruz lo sabemos. Estuvo al frente de un gobierno que impulsó la privatización de YPF, e hizo grandes negocios, entre otros, con Taselli. Sí, el mismo que tiene la concesión de trenes. Sí, ese, el que estaba en las minas de Río Turbio. El mismo.
Sólo a modo de ejemplo. Hoy se corre el rumor que le van a retirar la concesión a Metropolitano. El pueblo recupera lo que es suyo. Luchando. Como fue siempre. En la calle. Violentamente. Como fue siempre. No porque nos guste. Sino porque no nos escuchan. Y con el tiempo algo aprendimos. Los derechos no se mendigan, se ganan. Y se ganan luchando. Y luchamos porque no nos escuchan. Y no nos escuchan porque no somos poderosos. Porque somos trabajadores. Porque tenemos básicos de 161 pesos.








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